Portada del sitio - Publicaciones - Investigaciones - Engranajes Nº2

Editorial

La inflación es la excusa

Por Victorio Paulón - Las centrales patronales y el FMI
coinciden en advertir sobre el peligro de la inflación.
Paralelamente acusan a los aumentos salariales y a las luchas
por mejores condiciones de trabajo como responsables del
aumento de los precios. Ya demostramos en el número anterior
de Engranajes la falsedad del argumento que sostienen
los empresarios: los aumentos salariales logrados con las
últimas luchas representan una mínima parte de las
extraordinarias ganancias por productividad obtenidas por
las empresas. Reiteramos: admitir la postura de los empresarios
significa renunciar a recuperar todo lo perdido por los
trabajadores en la década de los ’90 cuando se pulverizaron
los salarios y el empleo.

Los últimos aumentos de precios, particularmente en la
canasta de bienes de consumo popular, no fueron provocados
por mayores salarios o los nuevos convenios. Todo lo contrario,
la inflación siempre fue la forma clásica en que los grupos
económicos sacan beneficios del bolsillo de los trabajadores.
Los exportadores de alimentos buscan en el mercado interno
las mismas ganancias extraordinarias que tienen por las
exportaciones. Los oligopolios productores de bienes y
servicios y el comercio ultraconcentrado son los verdaderos
formadores de precios.

El gobierno cuenta con herramientas para bajar los
precios de la canasta alimentaria, entre otras cosas, puede
aumentar las retenciones a las exportaciones. Además podría
encarar una reforma tributaria profunda que disminuya la
carga impositiva de los trabajadores y de las pequeñas y
medianas empresas. En efecto, que los grandes grupos paguen
los mismos impuestos que se pagan en los países
desarrollados.

Ya estamos llegamos a la trágica y ridícula situación que
el impuesto a las ganancias alcanzará a algunas categorías de
trabajadores, mientras las grandes empresas continúan
gozando de múltiples mecanismos de evasión o elusión de
sus cargas tributarias. Las extraordinarias ganancias
acumuladas por distintas ramas de la industria en los últimos
años, que se exponen en el estudio que publicamos en este
número, constituyen una contundente evidencia de que se
pueden aumentar salarios sin menguar la rentabilidad y las
futuras inversiones.

Las empresas no pueden ocultar la algarabía del buen
momento que disfrutan, lo aseguran en sus encuentros privados,
aunque como el pastor mentiroso siempre se quejan en público
y advierten sobre peligros imaginados, a veces, sin demasiada
astucia. Para ello cuentan, como siempre, con la complicidad de
los técnicos del FMI y sus socios, los gurúes locales.